lunes, 18 de julio de 2011

Dolor, hinchazón, pérdida de movilidad.

En nuestra página en Facebook (Síndrome de Sjögren) una amiga nos preguntó el por qué de tanto dolor, hinchazón y pérdida de movilidad. Trataré de resumirlo mucho y usaré un lenguaje lo menos científico posible.

El quid de la cuestión está en las defensas. Nuestros glóbulos blancos no son todos iguales, hay distintos tipos. Un grupo diferenciado de ellos es incapaz de distinguir las células propias de nuestro cuerpo de aquellas que no lo son (este mecanismo lo expliqué en una entrada anterior). Por tanto, estos glóbulos blancos atacan y destruyen. Esta "guerra" es constante. Tiene lugar cada día. La mayoría de las células atacadas son del tejido conjuntivo, y este está presente en articulaciones, mucosas, glándulas, etc ... El dolor tan insufrible que a veces padecemos y que nos hace perder movilidad coincide con etapas en las que este número de defensas es tremendamente elevado. El cuerpo los fabrica a manos llenas en etapas en las que tenemos alguna otra infección, o a raíz de una etapa de muchísmo estrés, o en una combinación de ambas cosas. Hay distintos tipos de hinchazones que podemos padecer: de las glándulas salivares y/o de las articulaciones así como ganglios linfáticos.

En el caso de glándulas salivares, estas se obstruyen y la saliva se queda dentro, dando lugar a la hinchazón y al dolor en la zona afectada. Normalmente los episodios remiten por sí solos pero a veces se hace necesario de forma puntual la intervención quirúrgica.

La hinchazón en las articulaciones se debe al trabajo de destrucción de tejido conjuntivo por parte de las defensas, es un proceso "normal" dentro de lo que sería una actuación normal de los glóbulos blancos.

La hinchazón de los ganglios linfáticos es debido a ese "falso estado" de alarma general que crean esos glóbulos blancos.

¿Qué hacer para aliviar el dolor? Lo primero, tomar la medicación que te receta el médico, normalmente suele ser un antiinflmatorio. Se empieza con antiinflamatorios flojos y se va subiendo o bien la dosis, o cambiando a otros más fuertes. El proceso de encontrar una medicación que haga efecto es lento y lamentablemente doloroso para la paciente, que tiene que aguantar el dolor hasta que el médico da con la dosis y formulación correctas. Sin embargo NO HAY QUE DESESPERAR. Hay que armarse de paciencia y tratar de moverse, realizar alguna actividad suave en la medida que nuestro cuerpo nos lo permita, puesto que cuanto menos se mueva uno, más dolor se acaba sintiendo. Es como si las articulaciones se fueran llenando de óxido. Si tienes una bicicleta oxidada, lo que hay que hacer es limpiarla con paciencia y usarla. Si dejas de usarla se irá llenando de óxido y cada vez será más difícil que puedas pedalear. Es una analogía con nuestras articulaciones. La buena noticia es que estos episodios son puntuales. Es decir, durante temporadas largas (hablamos de meses a años) nos sentiremos así. Finalmente se hallará una medicación que nos funcione (normalmente suele estar de entre tres meses a un año). Con la medicación correcta el dolor disminuirá pero no desaparecerá, acabaremos acostubrándonos a convivir con el dolor (el cuerpo humano es asombroso). Hasta que un buen día te levantas por la mañana y descubres con una alegría infinita que no te duele nada. Ese será el fin del brote. Y así hasta la próxima vez, que puede ser desde meses hasta años de nuevo. Yo llevo ya siete años sin tomar medicación y sin grandes dolores. Algún día me duele una rodilla o una cadera, pero es algo puntual que no me impide hacer mi vida. La mala noticia es que no tiene cura (de momento) y que lo único que podemos hacer es tomarnos en serio nuestra salud y cuidarnos mucho: dieta mediterránea, mucha agua para beber, alcohol de forma puntual y moderada, nada de fumar y ejercicio en la medida de nuestras posibilidades. Espero que estas líneas hayan resultado de ayuda. Y como siempre, si alguien quiere hacer una puntualización como médico, está será bienvenida.

Gracias!

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